Puede que fuese impresión mia, pero me pareció ver a Alfredo Pérez Rubalcaba emocionado ante el anuncio de ETA de dejar las armas. En un momento de su comparecencia ante los medios en la sede del PSOE en Ferraz el candidato pareció mostrar cierta flaqueza al recordar a las víctimas de la banda terrorista, especialmente a las que se produjeron bajo su mandato como ministro del Interior.
Fueron apenas unos segundos en los que Rubacaba hizo una pausa y pareció temblarle la voz mientras leía el comunicado. Puede que sea una percepción personal, pero me dio la sensación de que se emocionó ligeramente (ver min. 2.10).

Quizá una lágrima, o al menos un mayor exponente de emoción en el candidato socialista le hubiesen hecho recortar algunos puntos en las encuestas. Habría sido un buen momento para recordar al electorado su labor al frente del ministerio del Interior. Además, habría logrado acercarse más aún a su electorado intentando trasmitir cierta emoción, alejandose de la frialdad con la que se suelen caracterizar los políticos.
No debemos olvidar que la emoción, los sentimientos, las historias son lo que trasciende y el electorado interioriza más y mejor. En todos los discursos posteriores al anuncio, Zapatero, Rajoy, Urkullu o Patxi López, en cierta medida muestran mensajes 'previsibles' y ceñidos al guión, la emoción fue la gran ausente en todos ellos primó la cautela y la serenidad.
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