Pero ¿Quién gana un debate? Ese es el tema recurrente antes, durante y después de un encuentro de estas características. En la mayoría de las circunstancias los debates favorecen a los candidatos que van por detrás en las encuestas. Prueba de ello encontramos en el impulso de Nick Clegg en las últimas elecciones británicas. De esa factor se puede extraer el tradicional recelo del partido de gobierno a presentarse a los mismos (en el 2000 Aznar obvió el debate y consiguió la mayoría).
La cobertura mediática, las encuestas y el post-debate son tan importantes como la correcta preparación del mismo. Veamos algunos puntos ineludibles para conseguir la victoria.
- Preparación: Lo más importante es preveer los puntos en los que el rival atacará. Aquí cobra especial importancia la labor de estrategia. Anticiparse a un ataque o superarlo con solvencia puede asegurar una victoria. El ensayo, la práctica y el entrenamiento con sparrings son buenas opciones que nunca están de más.
- Vestimenta: Si tras un debate se habla más de la corbata o del color de la chaqueta, es que algo ha ido mal. Para ello, es recomendable que el candidato asista lo más sobrio posible. La indumentaria no debe ser protagonista la noche del debate.
- Control: Controlar los pequeños detalles como el movimiento de las manos o las piernas o el gesto facial en los momentos en los que el rival tiene la palabra es importante. Hacer mohínes, aspavientos o mover excesivamente las manos pueden trasmitir nerviosismo.
- Turnos de palabra: Respetar los turnos de palabra es esencial. Un candidato que interrumpe a su interlocutor puede perder enteros frente al electorado. Si se debe hacer una apreciación, desmentido o condena, debe hacerse durante el turno propio de palabra.
- Titular: El titular más contundente tendrá más posibilidades de abrir la prensa al día siguiente, por lo que ubicarlo en el momento oportuno y lanzarlo a la audiencia con seguridad, dará cierta ventaja sobre el competidor.
- Máximo tres mensajes: No es conveniente saturar a la audiencia con datos y porcentajes. El candidato, al igual que en cualquier discurso, debe hacer pivotar sus palabras en torno a tres mensajes básicos para garantizarse, mediante su repetición, que estos calen en la audiencia.
- Historias mejor que números: Visualizar los datos dando ejemplos de su magnitud, hablar de personas por encima de cifras. A pesar de que es una campaña bastante centrada en temas como el empleo y la economía, merece la pena despertar la fibra emocional del electorado. Contar historias reales que puedan sentir como própias para estrechar vínculos afectivos.
- Post Debate: Tan importante es el desarrollo del debate como el post-debate, movilizar a las bases del partido para que intervengan en tertulias radiofónicas, cartas al director, opiniones en medios online, etc, creará flujos de opinión en favor de uno u otro candidato. Para entender bien la importancia del post debate, hay que recordar la teoría de la espiral del silencio de Noelle-Neumann
- Redes sociales: Además del post-debate en medios de comunicación tradicionales, en esta campaña ganará peso el post-debate en redes sociales, sobre todo en Twitter donde el encuentro será comentado por los internautas. Con bastante probabilidad, la prensa se hará eco de las opiniones vertidas en esta red. Cobra especial importancia en este apartado nuevamente, la movilización de las bases del partido.
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