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El interlocutor adecuado

¿Quién debe comunicar las noticias o decisiones controvertidas? ¿Cuál es la postura que minimiza el desgaste y multiplica el apoyo a dicha medida? Ésta es la figura de lo que denominaremos como 'el interlocutor adecuado'. 
Tanto en el ámbito de la comunicación política, como corporativa, la toma de decisiones y su comunicación al conjunto de la población o de los trabajadores supone un gran reto para directivos y dirigentes en contextos de crisis o temas que polarizan a su público, al tener que buscar la manera de hacerlo de una manera convincente y lo menos dañina posible.  La cuestión es que las decisiones, como casi todo, suelen resumirse a una elección entre blanco o negro, entre un conmigo o contra mi, lo que provoca que, en el ámbito político, existan determinados temas a nivel estatal en los que la elección del interlocutor idóneo varía. 
Minimizar el desgaste de una organización es posible si se explican con argumentos sólidos las decisiones adoptadas. Esta es la tarea de todo gobierno a cualquier nivel: nacional, autonómico y local. Pero ¿qué ocurre cuando se trata de decisiones con un marcado cariz ideológico que van contra la posición de determinados sectores? ¿Quién debe desarrollar esa labor de información y comunicación?
Una de las respuestas válidas en este interesante debate es la del actor más cercano a quienes se oponen a la medida en cuestión. El anuncio del Ministerio del Interior de un plan para la reinserción de terroristas es un ejemplo de ello. Los sectores conservadores, son tradicionalmente los más vinculados con la defensa de las víctimas por lo que su 'empatía' con estos será mayor a la hora de explicar determinada medida que pueda parecer adversa o en contra de sus intereses. 
La mencionada empatía y la 'identificación de partido' son aspectos a aprovechar a la hora de gestionar este tipo de decisiones, dado que este clase de partidos están más legitimados a ojos de sus partidarios para tomar este tipo de medidas. Al ser tomada por quien siempre ha trabajado por la defensa de sus intereses tiene más posibilidades de ser aceptada. 
Esto responde a un esquema de comunicación muy simple. Es preferible que la parte más cercana o 'amiga' sea quien traslade la necesidad de tomar una decisión que inicialmente es contraria a los intereses. Si a esto fuese al revés, al rechazo de la decisión en sí, habría que sumar el rechazo al interlocutor o a quien toma dicha decisión, lo cual dificultaría aún más la situación. 
Volviendo al ejemplo concreto de España, podríamos ver varios ejemplos de esto. Así, la decisión sobre el 'adelgazamiento' de las administraciones periféricas (debate sobre Comunidades Autónomas y diputaciones) corresponde al PSOE, más cercano a la corriente del Estado de las Autonomías; o la decisión sobre el futuro del Valle de los Caídos o la memoria histórica, correspondería al PP, por poseer en sus filas a sectores en contra de ello.
En resumidas palabras, contar con un interlocutor cercano, elimina cierto rechazo inicial y facilita la comunicación entre las partes. Esto es aplicable en otros muchos contextos, como el corporativo en el que la toma de decisiones complejas, máxime en situaciones de crisis, obliga a esforzarse por explicar de la mejor manera posible sus causas y consecuencias a los afectados. 
En definitiva, la elección del mejor interlocutor puede acabar convirtiéndose en un factor estratégico a la hora de gestionar la comunicación de decisiones previsiblemente conflictivas. 

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