Hace unos días a Emilio Gutiérrez se le hincharon las narices.
Se le hincharon porque, sin haberse metido en política, se encontró con que una bomba de ETA destrozó su casa. Un paquete cargado de explosivos reventó la casa del pueblo en Lezkao y de paso se llevó por delante su hogar, sin comerlo ni beberlo.
Emilio es hijo de un ex-concejal socialista del pueblo. Ya sabe lo que es vivir bajo la presión de las amenazas durante la etapa política de su padre. Y al final se hartó de tanto silencio, de tantas manos blancas y de tanta concentración estéril. Emilio la emprendió contra al Herriko Taberna del pueblo con una maza.
La historia ya es conocida por casi todos, como también es conocido que, al día siguiente, el pueblo amanecía empapelado con el nombre del joven, amenazándolo y acusándolo de fascista, así que Emilio ha tenido que abandonar su pueblo. Su casa. Qué injusto ¿no? y cuánta impotencia debe sentir...
Los políticos han dicho que lo entienden, pero que no son los medios para hacerlo. Y un gran número de ciudadanos se han puesto a moverse para apoyar al joven en lo que haga falta y mientras, a mí me han asaltado algunas preguntas que aprovecho para lanzar desde aquí y que me comentéis qué pensáis.
¿Es esta la respuesta políticamente correcta? ¿o es lo que realmente piensan? ¿qué ocurriría si a cada atentado de la banda respondiese una marabunta iracunda frente a las sedes de esta gente? ¿sirven de algo las manifestaciones? ¿las entiende esta gente? ¿esta gentuza entiende algo?
No debemos abandonar el Estado de Derecho, porque le daríamos la razón. No se debe emplear la violencia bajo ningún concepto, porque nos ponemos a su rastrera altura, pero habría que buscar alguna manera para que sintiesen que hay gente que no se amedrenta y que no están de acuerdo con ellos. Porque en ocasiones uno tiene la sensación de que ellos disponen lo que se puede o no decir en la calle, las conversaciones que se pueden tener y el periódico que se debe leer.
Ojalá la política sea la mejor opción para acabar con esta lacra.
1 comentario:
un ídolo a mi parecer, q kieres q t diga
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