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La importancia del optimismo en el discurso de Zapatero

Estos días se cumplen diez años de la llegada de Zapatero al frente del Partido Socialista. En estos diez años han cambiado muchas cosas, pero hay otras muchas que se mantienen.
La imagen del líder socialista ha madurado. Del cabello voluminoso y las vistosas cejas del 2000 a el pelo más corto y el aspecto más serio y cuidado en el presente.
Zapatero se presentó ante su partido con algo que ninguno de los demás aspirantes parecía tener: ilusión. Se mostró como una cara nueva e inexperta, pero con más optimismo y ganas de renovar el partido de forma coherente que ninguno de sus adversarios. Y ganó.
Después vinieron las labores en la oposición, su guiñol “Soso-man” con su muletilla recurrente “quiero pactar” y el talante.
Al PSOE y a Zapatero les pilló por sopresa una victoria (la de 2004) que a priori se presentaba casi imposible. Aún así desarrollaron una primera legislatura más que cómoda, aunque algo floja en su cierre. La imagen del presidente varió. Empezó a utilizar la comunicación no verbal de sus manos con más sentido y se presentaba de una forma más elegante (sus asesores hicieron alguna que otra prueba con el pelo) y sus cejas se disimularon levemente hasta que volvieron los tiempos de campaña -había que volver a la esencia, a la Z de Zapatero.
También volvió la victoria y el leonés afrontó su segunda y más dura legislatura. Se le sigue acusando de falta de previsión, de improvisar en temas cruciales, etc. Su liderazgo está en entredicho, pero como decíamos al principio, hay cosas que no cambian y Zapatero continúa siendo optimista. Esto le da una posición privilegiada para continuar tachando a los demás de catastrofístas y cenizos, argumentos que, aunque debiles, gustan y hacen que hoy por hoy y a pesar de todo, el líder de los socialistas continúe convencido de que él y su equipo de Gobierno sacarán a España de la complicada situación por la que pasa.
No es fácil el panorama que le espera. Elecciones catalanas, elecciones municipales y finalmente las nacionales - si es que no se adelantan.
Como conclusión, Rodríguez Zapatero ha cambiado muchas cosas estos años, pero si quiere continuar en el poder, debe saber conservar su espíritu positivo. Mantener su discurso proteccionista y su marco de optimismo de cara al mañana, o al menos comunicarlo en mayor grado que sus opositores, serán sus bazas.
Veremos qué pasa en los últimos meses.

3 comentarios:

Ian Pérez dijo...

Sin embargo, ¿no parece que ha perdido pie ante los sucesos recientes? ¿No se deja notar el hastío del pueblo ante el optimismo que ocultó el estallido de una crisis económica sin precedentes? ¿Debería depurar, aún más, su imagen?

No estoy seguro... Cierto es que Zapatero, sin optimismo, es nada. Y, sin embargo...

J. Pedro Marfil dijo...

Justo, Ian:
Los momentos de menor popularidad de Zapatero han sido los momentos en los que se ha mostrado más realista y en losque ha expuesto las dificultades por las que pasa el país. Lo que digo es que, si quiere mantener su "fuerza politica" debe apoderarse de nuevo de su optimisto discursivo. Así, a pesar de todo, logrará mantener los valores que le han hecho ser lo que es.
Gracias por el comentario.

Abrazo.

Anónimo dijo...

Hombre, en términos de ganar o perder elecciones, imagino que será bueno que parezca optimista, ¿no? Al fin y al cabo se trata de marketing.

No me imagino a un tío feo, depre total y con los ojos llorosos anunciando unos yogures de soja en plan "esta vida es una mierda, pero por lo menos este yogur es menos malo que los demás". Nadie lo compraría aparte de cuatro emos grillados.

En términos de si es bueno o malo para los ciudadanos. Yo creo que el optimismo de Zapatero o la insipidez de Rajoy dan exactamente igual.

Un saludo y, si andas por Málaga, happy feria.

Be feria my friend.

Atte: el txangurro retirado