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#15M y consecuencias electorales

El #15M entró en campaña. Sí. Puede que no lograse los resultados pretendidos, que después de los comicios se esté prolongando más de la cuenta, etc, etc. Pero, tras echar un vistazo al resultado de las elecciones y el brutal batacazo sufrido por el PSOE, merece la pena analizar ciertas cosas. 
En primer lugar, mencionar que se erró en el pronóstico de que la participación quizá perjudicase al Partido Popular. Fallaron quienes veían detrás de las manifestaciones, la mano de Rubalcaba creando conspiraciones turbias para tratar de contrarrestar la previsible victoria del PP. Los máximos perjudicados fueron finalmente los socialistas. Pero ¿por qué? 
Porque el 15M le dio un vuelco espectacular a la agenda mediática. Las campañas electorales se caracterizan por copar la actualidad informativa del país. Eventos, mítines, actos, encuentros, frases, promesas, saludos... un sinfín de titulares que invaden los informativos para sumergir al ciudadano en un mar de sensaciones ficticias alejadas de la realidad y enfocada al panorama post-electoral. 
Sin embargo, la irrupción del 15M provocó que la agenda informativa girase en torno a las protestas. Las portadas poco a poco, dejaron de ser protagonizadas por los políticos, en los telediarios no se vieron tantos abrazos efusivos, saludos al aire y banderas ondeantes sino que se volvió a la realidad, a las motivaciones de una generación con problemas para encontrar trabajo y hastiada del bipartidismo. En resumen, un sociedad dolida, lejana a mítines y sonrisas de campaña. La gente no se olvidó de sus problemas a la hora de ir a votar, sino que fue con ellos más presentes que nunca. 
También es digno de mención que ninguno de los dos grandes partidos supo gestionar como era debido la crisis. Tras los primeros días de movilizaciones, la plataforma DemocraciaRealYa! consiguió hacerse con un hueco en los medios. Independientemente de la capacidad de las redes sociales para movilizar, de la que ya se ha hablado largo y tendido, sorprende cómo el fenómeno llevó a los dos principales partidos a un abismo en el que parece que ningún político era capaz de pronunciar un discurso estructurado y coherente. 
El Partido Socialista pareció titubear, miraba con recelo sin saber muy bien qué hacer. Tomás Gómez, candidato a la comunidad de Madrid, les mostró su apoyo y su disposición para reunirse con ellos lo que demostró su desconocimiento de las motivaciones del movimiento. Mientras, algunas personalidades entre las filas populares, tacharon el movimiento de antisistema y parecieron abrazar por momentos las tesis 'conspiranoicas' defendidas por cierto sector mediático
También mostró tu incapacidad para gestionar la crisis el gobierno de la Generalitat, cuando mandó a los mossos para 'limpiar' la plaza
En momentos de movilización social, no basta con 'intentar hacerse amigo de ellos'. Se adaptaría mejor un discurso coherente de escucha y consideración de las propuestas si es que estas son razonables.  Tampoco vale adulterar la motivación de las protestas, viendo la paja en ojo ajeno y omitiendo las responsabilidad propia.
Respecto a la gestión del movimiento en otros partidos como IU y UPyD es más complejo. A pesar de que desde ciertos sectores se les tacha de oportunistas, las reivindicaciones de ambas formaciones coinciden grosso modo con el gérmen del movimiento (reforma de la ley electoral y reformas que ofrezcan un futuro a los jóvenes). Pero ese es otro tema. 

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2 comentarios:

Anónimo dijo...

Bien, Marfil. Me ha gustado esta entrada. Si algo ha quedado claro con este movimiento, es que los políticos del Reino de España y los medios de comunicación afines a ellos solo entienden el lenguaje del bipartidismo: cualquier cosa que suceda beneficia a uno o a otro, o es culpa de uno o de otro.
Luego tenemos la palabra esta que tanto gusta en España, "antisistema", que se usa para tachar a alguien de rebelde sin causa. Quisiera proponer un pequeño ejercicio de reflexión: Sumemos a la gente que pertenezca, al menos, a una de estas categorías: a favor de la república, en contra del bipartidismo, a favor de la autodeterminación del País Vasco y Cataluña, en contra de la privatización de los servicios públicos, en contra de la corrupción de los políticos. ¿No parece una parte considerable de la sociedad española? Yo creo que sí.
Ahora bien, en el momento en que cualquiera de estas personas decide que votar cada cuatro años no es suficiente para poner en práctica el principio ilustrado del autogobierno de los ciudadanos, es automáticamente tachado de antisistema por el PPSOE y sus medios. Conclusión: una enorme parte de los súbditos de Juan Carlos I de Borbón somos antisistema en potencia. Como ser antisistema es malo, somos potencialmente malos ciudadanos, nocivos para el tejido social. Esta es más o menos la ideología detrás de la palabra "antisistema", y esta es la lente a través de la cual el PPSOE ve a la sociedad a la que, se supone, sirve y representa.
Un abrazo desde la gran manzana
El txangurro enmascarado

J. Pedro Marfil dijo...

Gracias por el comentario.
Es curioso, pero creo que la heterogeneidad del movimiento, a pesar de poder ser una ventaja, se acabará convirtiendo en en el principal factor de su descomposición, por fortuna o por desgracia.
Cuando no se concentran los esfuerzos en una dirección, acaban malgastándose. Ya se sabe, quien mucho abarca, poco aprieta. Y es una lástima, porque creo que hay varios puntos en los que esa 'galaxia' coincide: reforma de la ley electoral y reforma de la justicia por ejemplo.
En fin, veremos cómo evoluciona el asunto nuevamente el #19J.
Gracias otra vez, Txangurro azotador.
Abrazo