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Por qué no dar la espalda a los periodistas

A veces es difícil dar la cara, hay que reconocerlo. Políticos y empresarios encuentran en ocasiones incómodo atender a la prensa, pero desde aquí, recomendamos humíldemente hacerlo. Ojo, hemos dicho atender, no responder a las preguntas, ni entablar conversación, no, eso sería lo idílico, pero entendiendo la multitud de factores que pueden entrar en juego en una ecuación como esta, así pues, usemos el término 'atender'.  Ya hemos hablado aquí de la importancia de hacerlo, de cuidar este tipo de detalles, máxime en ocasiones difíciles, como el caso de una crisis. 
Uly Martín | EL PAÍS
El último ejemplo nos lo ha regalado el presidente del Gobierno cuando, tras hacer un amago de comparecer ante los medios, se dio media vuelta y marchó sin apenas mediar palabra. Esto no es demasiado bueno, a nadie se le escapa. No es que Mariano Rajoy vaya a perder las próximas elecciones por ello, sin duda, pero sí son detalles a tener en cuenta si se quiere minimizar un desgaste que, en las últimas semanas, podría estar incrementándose. 
Una vez, el doctor Jorge Santiago comentó: "cuando se le da la espalda a una cámara, se da la espalda a toda la audiencia". Y en cierto modo, tenía más razón que un santo. Son los espectadores los que sienten a través de la televisión que se les da la espalda y que no se les atiende. Veamos algunos de los motivos por los que en estas situaciones habría convenido, al menos comparecer ante los medios (ya que estaban allí...)
  • Como ya hemos comentado antes, no se da la espalda no sólo a un periodísta, sino a mucha gente que verá cómo te marchas sin hablar. A esto hay que sumar que los periodistas son profesionales que intentan hacer su trabajo. Puede parecer una perogrullada, sí, pero no está de más recordarlo de vez en cuando. 
  • El primer elemento se agrava si le unimos un contexto de crisis. En el ámbito corporativo, un directivo o ejecutivo puede perjudicar la imagen de su empresa, pero en el entorno político, la responsabilidad es mayor aún, ya que son los ciudadanos los que legitiman el poder de dicha persona, por lo que su 'compromiso' es mayor. 
  • Quien marcha sin responder tiene parece tener algo que ocultar, y quien tiene algo que ocultar es que ha hecho algo malo. Esta simple consecución de ideas, pese a no ser cierta en muchas ocasiones, se sucede en el subconsciente de quienes te ven marchar sin hablar. Huye, ergo es malo. 
  • En el caso concreto del 'regate' de Rajoy, se puede apuntar incluso un motivo más ya que, al no responder, refuerza la imagen que sus contrincantes políticos intentan difundir de él y de su gobierno. La mayoría absoluta pone en bandeja a los partidos de la oposición el tachar al ejecutivo de 'autoritario' y un líder que no da explicaciones, traslada en cierto modo, esta imagen a su electorado. 
No es el primer político ni el último que rehusa contestar a periodistas, de uno u otro bando. Decirlo es hacer justicia, pero en determinadas ocasiones la valentía hacen grande el liderazgo y quizá esta hubiese sido una de ellas. 
El presidente ya anunció que no se arrugaría ante decisiones difíciles y visto el inicio de la legislatura nadie lo pone en cuestión. Lo que ocurre es que muchos echan en falta cierta coherencia entre la necesidad de las decisiones y su explicación al conjunto de la sociedad. Parafraseando a Clinton,  It's communication, stupid. 

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