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La elección de la lengua del mensaje

Los criterios de noticiabilidad de los medios son, en ocasiones ciertamente caprichosos. De estos días, trasciende el distanciamiento palpable entre el Artur Mas y el Mariano Rajoy, algo nada novedoso. Sin embargo, no trasluce el hecho de que el Príncipe Felipe hiciese su discurso alternando el Catalán y el Castellano
Se trata de un gesto digno de ser comentado, más allá del resultado, en el que D. Felipe se defendió como pudo, cometiendo algunos errores y mostrando en algunas ocasiones ciertas dificultades con la pronunciación; por la manera en que lo hizo. El heredero no se limitó a desarrollar su discurso en dos partes, como generalmente se hace - una en catalán y otra en castellano - si no que fue alternando uno y otro idioma a lo largo del mismo. 
Más allá de lo que muchos piensan y de lo que otros intentan hacernos ver. El Catalán es un idioma familiar y cotidiano en Cataluña. Los problemas con esta lengua no son muchos, los catalanes los alternan a lo largo de una conversación, sin necesidad de explicar ni de prevenir sobre el cambio: con naturalidad. Bien es cierto que hay polémicas y cuestiones concretas en las que se centran determinados debates políticos. Pero son debates políticos, en la calle, por regla general, la combinación de ambas lenguas es algo poco conflictivo. 
En Cataluña existe una sensibilidad especial respecto a la lengua. Nos guste o no, es así. Se trata de una seña de identidad cultural fuertemente arraigada, usada, en ocasiones, como arma arrojadiza de cierta clase política. 
Dicho lo cual, el gesto de Don Felipe fue loable porque empleó la lengua como lo haría un catalán, saltando de una a otra sin problemas. Hay que tener en cuenta que además del título de Príncipe de Asturias, ostenta el de Príncipe de Girona, lugar en el que dio el citado discurso, por lo que la exigencia, quizá fuese mayor. 
En los últimos tiempos, estamos viendo que algo se mueve en Casa Real. La Monarquía parece querer acercarse al pueblo en el momento en el que está más cuestionada y encontramos detalles en el plano de la comunicación como el de la puesta en marcha de un blog, perfiles en redes sociales, o la variación de la puesta en escena del último mensaje de navidad del Rey. Puede que las modificaciones en el ámbito de la comunicación de Casa Real merezcan un análisis más profundo y minucioso. 
Habrá que permanecer atentos a este tipo de gestos y a si son efectivos o no en el conjunto de la opinión pública, pero estos 'gestos' corren el peligro de diluirse entre toda la vorágine mediática en la que nos encontramos inmersos. 

2 comentarios:

Juantxo dijo...

Entonces, ¿para pasar la oposición de príncipe ahora nos van a pedir catalán estos cabrones? ¡Aaaah! Calla, calla. Que este está ahí por la cara. Si lo hace de buen rollo, no porque nadie se lo pida. Si es que ha salido igual de bonachón y campechano que su padre. Menos mal. España está a salvo.

Un abrazo californiano.

J. Pedro Marfil dijo...

¡Señor! Gracias por el comentario. Ya sabes lo que opino al respecto. La política ligüística ha llegado a convertirse en una especie de esquizofrenia que nos lleva a situaciones como las que comentas. En este caso ese es el problema: que se usa la política para hacer distinciones en lugar de para igualar. La entrada pasa por comentar un gesto que no tuvo apenas eco mediático y que fue bastante curioso. Espero que estés bien por aquellas tierras. Abrazo fuerte.