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La difícil gestión de un conflicto armado

El presidente francés, Francois Hollande, no lleva unos meses sencillos en el Eliseo. Tras su toma de posesión, en mayo del pasado año, ha tenido que hacer frente a los duros debates y dilemas propios de una cancillería como la francesa en una época marcada claramente por la importancia de lo económico: la subida de impuestos, la salida de la crisis, etc.
Con el paso de los meses, los franceses achacaban a su presidente cierta 'tibieza'. La percepción es que tras una propuesta y sus consecuentes críticas, Hollande titubeaba y acababa echándose atrás. Fuese o no esta opinión fundada, en las últimas semanas, el presidente francés protagoniza un duro escenario en el que no hay lugar para medias tintas: la lucha contra el terrorismo.
En los últimos días, se ha visto obligado a hablar a la nación para declarar como un fracaso la operación de rescate de un ciudadano francés en Somalia y ha puesto en marcha un operativo militar para derrocar a fuerzas rebeldes en Mali. El Hollande más serio, debe saltar a la palestra.
Los conflictos bélicos siempre dejan una honda huella en los mandatos presidenciales. Esta huella puede ser muy variable: desde el estímulo económico que supuso la II Guerra Mundial para los EEUU de Roosevelt a los 'quistes' de Aznar, Blair y Bush con Irak. Acostumbrados a la menor beligerancia reinante en Europa, la determinación de Hollande no parece una improvisación
Francia ha logrado el apoyo de la comunidad internacional, lo que le evita caer en un aislamiento similar al del llamado 'Trío de las Azores', pero en primera instancia nadie quiere tomar la difícil decisión de acompañarles en la contienda a pesar de que el peligro de que las principales ciudades del país africano caiga en manos de Al-Qaeda es patente. 
En cuanto a la huella que el conflicto pueda dejar en el presidente francés, todo dependerá de si la operación se prolonga en el tiempo y de su 'resultado' final. Las ofensivas se iniciaron poco después de la noticia del fracaso de la operación en Somalia, con lo que se redujo el flujo de críticas y se focalizó la atención en el nuevo frente abierto. 
Por tanto, la gestión del conflicto será muy importante en el devenir del mandato de los socialistas en Francia. La búsqueda de lo máximos consensos posibles para contar con un fuerte respaldo en una empresa tan compleja como el inicio de un conflicto bélico resultará determinante para el proceso. La elección de un lenguaje apropiado y la muestra de claridad y sensibilidad, serán también fundamentales. 
Aún es pronto para hablar sobre las consecuencias del operativo y su influencia en la valoración de la labor de gobierno de Hollande. Aunque este conflicto se desarrolla cuando apenas ha pasado un año desde su toma de posesión y cuando aún falta mucho para las siguientes, una mala gestión del mismo podría suponer una huella difícil de borrar. 

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