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España necesita un relato

España necesita un relato.  Y lo necesita de manera urgente. 
El debate en el Congreso sobre la cesión de competencias para organizar un referendum a la Generalitat de Catalunya volvió a poner de relieve la ausencia de un relato consistente por parte de los partidos generalistas –PP, PSOE, UPyD – mientras que los partidos nacionalistas esgrimen con convicción su discurso. 
No es la primera vez que comentamos el poder que tiene el mensaje Catalán. Un mensaje bien estructurado con buenos y malos, voluntad de futuro, aspiraciones de libertad, desengaño –si se me permite – y cierto victimismo. El relato de David contra Goliat. No entramos a valorar si se trata de un relato real, lo que queremos decir es que se trata de un discurso efectivo y sólido. Para muestra, el porcentaje de ciudadanos que apoyan la posibilidad de un referemdun frente a la que se opone. 
Mientras el Gobierno, parece no haberse dado cuenta de que su público no es el conjunto del Estado, sino Cataluña. Es a los catalanes a quienes hay que convencer de que un futuro juntos es un futuro mejor. Sin embargo están empleando todos los argumentos que refuerzan el mensaje que defienden desde los círculos que optan por la independencia. Imposibilidad y miedo. Imposibilidad porque las leyes no lo permiten, lo cual apoya la tesis del estado inmovilista, anclado en el pasado que no deja a Cataluña decidir por sí misma. Un Estado que lejos de poner en valor los progresos logrados durante la democracia, flaquea al ser evocado como el heredero de un sistema dictatorial. Por otro lado, el miedo. Ese que tanto se critica de las campañas negativas. El miedo del ‘no estaréis en la UE’ o de ‘la bancarrota asegurada’. Se vende miedo, en lugar de vender un futuro mejor juntos. Y, como ya se sabe, cuesta venderlo. 
A todo esto hay que añadir, si se me permite la licencia, el simplismo que en muchas ocasiones – no todas – determinados periodistas y personajes han mostrado durante sus conversaciones con nacionalistas. En momentos como este, es recomendable abrir foros de discusión y diálogo. Tender puentes y no hablar sobre lo que pone en el DNI de uno u otro ni hablar de la liga en la que jugarán los equipos catalanes en una cataluña independiente. El debate da para mucho más, quedarse en las afueras demuestra cierto raquitismo intelectual. 
España necesita un relato. Un relato no capaz de convencer a los ya convencidos, sino a los que dudan y desconfían del país.  Un relato que, además de leyes y avisos – argumentos que ya han quedado más que claros – esgrima voluntad de trabajo, sentimiento de unión en un país diverso, futuro, esperanza y empeño. Un relato que hable de mestizaje, de Dalí, de Miró y de Lorca. Del sufrimiento pasado y de la ilusión del mañana. Del país que se construyó con unidad y tantas veces se deshizo por egoísmo. 
Cataluña tiene su propia historia desde hace tiempo. Un relato que exportan y narran a todo el mundo. Un discurso que habla de cultura, de seny, de historia.  España necesita el suyo. Y lo necesita de manera urgente desde hace ya demasiado tiempo. 

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