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Se han dicho muchas barbaridades durante las primarias para elegir secretario general en el PSOE. La dura pugna entre dos de los tres contendientes supuso más de un agrio desencuentro y bastante crispación. Esta situación, de aparente fractura, debe ser el principal objetivo del nuevo equipo para crear un partido ganador.
Muchos se preguntan cómo se ha llegado hasta aquí. Esta entrada pretende analizar algunos de los factores que explican el resultado de la elección, aportando una perspectiva más amplia del asunto.
- En un periodo de desafección, el apoyo del 'aparato' no tiene por qué ser determinante. Si hay facciones que critican cualquier poder establecido y se le acusa de 'colaboración' con el stablishment, el presunto apoyo de barones e históricos del partido se te puede volver en contra, como finalmente así ocurrió.
- Argumentación poco sólida. De los tres contendientes, el que más tablas mostró en todo momento fue Patxi López, pero nunca entró en las quinielas. La principal rival de Sánchez esgrimió como principal baza los pobres resultados de Sánchez. Como si únicamente dependiesen de él. Pasó por alto Díaz la irrupción de dos partidos potentes, la crisis interna de la organización, o su propia responsabilidad al poner en entredicho constantemente a su secretario general. Además, el hecho de que otros lo hagan mal, no implica que uno lo haga mejor.
- El resultado no fue ninguna sopresa. Ya había sondeos previos (1)(2) que apuntaban que esta situación podía ocurrir. De hecho, la entrega de avales supuso un auténtico espaldarazo para la campaña de Sánchez, que mostró que no estaba tan lejos y trasmitió a los militantes la idea de que una victoria del candidato defenestrado era más que posible.
- El partido puede sobrevivir. Palabras como 'fractura' o 'guerra abierta' son muy atractivas en titulares. La confrontación vende. Pero la diferencia ha sido de unos diez puntos entre una y otra candidatura. Si tenemos en cuenta la tercera opción en liza y que no todos los militantes son 'ultras' de uno u otro candidato, podríamos esgrimir que con un poco de inteligencia y voluntad, el partido puede salir a flote.
- Las comparaciones son odiosas y a veces, no tienen sentido. Máxime cuando lo comparamos con la situación de Laboristas y Socialistas en Reino Unido o Francia. Ni los Laboristas son el PSOE, ni la estructura de los partidos es tan férrea en el país galo. Hay que hablar claro.
- Por último y más importante: Sánchez tenía un relato potente. De principio a fin. Y no era un mal relato. 'Fui coherente en mi postura y por eso, vosotros, me echásteis'. Puede que guste más o guste menos. Que lo emplease con más o menos acierto, o de manera más o menos elegante, pero se mantuvo fijo a su mantra. 'Estoy limpio, yo no colaboro con el PP', algo que su principal rival, no podía esgrimir. Sánchez vendió bien su renuncia al escaño y su acorralamiento en la ejecutiva del PSOE, mientras la gestora ha sido incapaz de hacer lo propio con su relato durante estos nueve meses.
Dicho esto, puede que este duro proceso de primarias haya supuesto una auténtica catarsis para el partido. La movilización ha sido alta, indicador de que las bases están enganchadas. Además, estas elecciones han puesto, para bien o para mal, al PSOE en la agenda mediática con un protagonismo que parecía haber perdido. Puede que sea el momento de lamerse las heridas y ponerse en marcha. Por último, pese a que no se habla mucho del asunto, y por muy fraticida que parezca, los socialistas siguen mostrando al resto de partidos una verdadera lección de espíritu democrático de la que vale la pena aprender.
Veremos.