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Un ejemplo fue la aparición de Oriol Junqueras en el programa en el que se le rodeó de gente, a priori, en sus antípodas ideológicas y en el que se habló mucho y de forma bastante reposada sobre el tema catalán. El formato, en el que el líder de ERC se sentaba a la mesa con una familia Sevillana, pudo haber sido un poco más dinámico, pero el diálogo fue un buen exponente de las inquietudes y el pulso social alejado de extremismos y grandes titulares.
Junqueras mostró el temple necesario para intentar exponer siempre sus argumentos de manera más o menos convincente. Nunca perdió los nervios, se mostró afable y en cierto modo con ganas de mostrar vínculos comunes con sus anfitriones. Pero ¿qué lleva al líder de ERC a aceptar la asistencia a un programa con un formato comprometedor? Varios pueden ser los factores que decantasen la balanza. La audiencia, la repercusión, la posibilidad de mostrar un perfil más cercano relativamente alejado del 'canutazo' y la tribuna de oradores, etc. Pero también la posibilidad de mostrar sus argumentos frente a un 'público hostil' con el que finalmente se dejó entrever que compartía ciertos puntos en común - como la crítica a la postura del gobierno de Mariano Rajoy. El programa también fue una oportunidad para comprobar que, pese a lo que desde algunos sectores se quiere vender, Andalucía no es tierra de bárbaros.
Évole volvió a tirar de hemeroteca para mostrar los desaciertos de unos y otros; y pese a que la postura de Junqueras agrade más o menos, el hecho de prestarse para participar en un formato como el de Salvados y salvar la papeleta de manera más o menos acertada, le honra. Asistir a este tipo de programas requiere de una concienzuda preparación para que el entrevistador no pille en fuera de juego al candidato y precisa, al mismo tiempo, de la capacidad del político para mantener la calma en situaciones que pueden llegar a ser tensas.
La política - o los políticos, mejor dicho - aún necesitan explotar algunos espacios que bien por miedo, bien por desconocimiento están sin explorar. El caso de 'Viajando con Chester' puede ser otro ejemplo, un espacio en el que el entrevistado cuenta con mayores tiempos de respuesta a pesar de que el entrevistador mantenga la tentación de reclamar su cuota de protagonismo.
La manera de combatir la llamada 'desafección' de la política es, precisamente, explicando la política y hacerla comprensible a los ciudadanos. Y esto no se puede hacer si no se utilizan los puntos de encuentro en los que poder coincidir con ellos. Los políticos, además de subir al atril, deben bajar a la calle para explicar qué hacen, qué dicen y por qué. Sólo así se empezarán a tender puentes para comprender mejor lo que nos ocurre y tratar de recuperar la confianza en las instituciones que tanto se necesita.