Páginas

Crisis y dispersión del voto

La tranquilidad y el bienestar llaman a la conformidad con el sistema. El ser humano parece ser conservador por naturaleza y le cuesta dirigirse hacia cambios. O eso suele decirse. 
Los periodos de crisis se caracterizan por un fuerte desencanto a determinados dirigentes, partidos e incluso hacia el sistema. Son estos contextos en los que surgen con fuerza los partidos más radicales como en la Alemania Nazi o en la actual Grecia en la que hemos visto como el partido 'Amanecer Dorado' ha conseguido una considerable presencia en el parlamento. 
Más cerca, en las últimas elecciones gallegas hemos visto cómo, una vez más en tiempos de crisis, el voto se dispersa. Más aun tras la división del BNG y la reaparición de un líder con bagaje como Xose Manuel Beira al frente de AGE. 
A muchos ha sorprendido que el Partido Popular haya revalidado su mayoría e incluso la haya ampliado en Galicia. A pesar de que lo haya hecho con una menor participación y con menos votos respecto a las elecciones de 2009. Como siempre, varios factores han entrado en juego, pero quizá los dos más importantes han sido la falta de un liderazgo claro, por parte del PSOE, con un Pachi Vázquez con unos índices de conocimiento bastante mejorables, así como un recuerdo aún demasiado latente de la gestión de los socialistas en la Xunta. Recuerdo, por cierto, no demasiado bueno. Lo que sí merece la pena ser comentado, y muchos medios pasan por alto, es que además de la revalidación de la mayoría, se incrementa el peso de los nacionalistas en la cámara gallega.  
Y es que, en tiempos de crisis, el voto se atomiza. Este hecho es puede pasar desapercibido en nuestro país, a causa de las correcciones que tiene nuestro sistema electoral. La ley D'hondt en nuestro país, cuenta con varias barreras que los partidos minoritarios se ven obligados a sobrepasar si quieren tener representación. Así, por ejemplo, en Euskadi, Izquierda Unida, a pesar de contar con más votos que UPyD se ha quedado a las puertas de conseguir el escaño. ¿Por qué, porque no ha superado el 3% necesario en alguna ninguna de las provincias en las que se presentaba, mientras el partido de Rosa Díez, sí lo hizo en Álava (aunque por los pelos, con un 3,52%). ¿Qué quiere decir esto? Que muchos votos se quedan por el camino y que aunque la sangría de votos afecte a todos, si no se hace patente en el crecimiento de alguna formación, normalmente es obviado por los medios. 
No mencionamos aquí nada de acerca del resultado en Euskadi, donde al igual que en Cataluña, no es ninguna novedad que cuatro partidos se repartan las fuerzas.   Pese a la sorpresa de muchos, la irrupción de Bildu no hizo sino movilizar a una parte del electorado vasco (nacionalista de izquierdas) que en anteriores elecciones o bien no acudía a votar o bien lo hacía por otros partidos como 'mal menor'. De hecho, en las elecciones de 1998 el panorama fue algo similar, con una EH que obtuvo 14 escaños. La izquierda abertzale se ha movido -bajo sus diferentes denominaciones- entre los 7 y los 14 escaños durante los últimos 20 años.
Desde algunos medios se habla de un avance del nacionalismo en Euskadi, sin embargo, este no es tan acusado como podría pensarse. No porque no exista, sino porque no es ninguna novedad. A pesar de que sube un par de escaños, si echamos un rápido vistazo a anteriores comicios vemos como la suma de voto nacionalista suele rondar la mayoría absoluta con una horquilla de 34 a 39 escaños (con algunas excepciones como en 2009). Lo que sí es novedad es que la izquierda abertzale logre 21 escaños. Parece que aceptar las reglas del juego, le sienta bien.
En momentos así merece la pena recordar que no siempre gana el que hace mejor campaña ni mejor legislatura. Ahora, toca estar pendientes de Cataluña, aunque todo apunta a que habrá pocas sorpresas. Veremos. 

No hay comentarios: