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Suárez, el presidente que supo transmitir su discurso

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Más allá de los progresos políticos que trajo Suárez a nuestra democracia, que fueron muchos y de gran peso, también fue un presidente que mostró estar muy concienciado sobre la importancia de la comunicación y los medios en el trabajo del día.
Puede que fuese por la influencia de su paso por Rtve por lo que el difunto presidente no rehuyese de las cámaras, o supiese emplearlas de manera magistral para una recién estrenada democracia. Más si se compara con políticos de la época. Es más, prefería el trato de la televisión al de la prensa escrita, porque, según él, delante de una cámara su mensaje se trasmitía sin las interpretaciones del periodista.
Mucho podría escribirse sobre el carisma de Suárez, sobre sus discursos, su chispa, capacidad de improvisación y cercanía con los ciudadanos.
Su mirada tranquila, su voz limpia, las palabras cuidadas... todo aquello ya se perdió de alguna manera, pero quedará para la historia gracias a los archivos y las hemerotecas.
Convirtió frases en emblemas, ejemplificó su propio discurso mediante su trabajo y su imagen, con lo que éste era coherente y fácil de trasmitir. Siempre quedará la duda de la ingratitud de los electores al apartarle del poder tras la consecución de un logro tan importante como la democracia. Pero lejos de los que muchos creen, este no es sólo un mal típicamente español. Los ingleses ya echaron a Churchill del poder tras ganar la Segunda Guerra Mundial. 
Sólo desde el desconocimiento se puede afirmar que la empresa que se emprendió a finales de los años setenta en España, fue fácil o que fue un fracaso. La transición no fue un vulgar producto que se nos vendiese, sino un trabajo bien hecho del que muchos países vinieron años despúes a aprender. 
Su figura evoca hoy un tiempo de diálogo capaz de limar diferencias mucho más importantes que las que nos ocupan. Un tiempo en el que enemigos separados por casi 40 años de dictadura lograron volver a sentarse codo con codo, para trabajar juntos con un horizonte común.
Muchos políticos podrían preguntarse si el día en que ellos marchen, como ya marchó Suárez, el pueblo los despedirá con el mismo cariño y despierten el mismo aprecio.
La solución, está en sus manos.

Rusia, el vecino desconocido

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Llevamos meses con Rusia en la palestra, acaparando titulares y noticias en los medios. Por lo general, el país se lleva duras críticas sobre su manera de gestionar el conflicto en Ucrania, sobre todo por parte de los países occidentales que han condenado su anexión de Crimea. Pero lo cierto es que esta situación ha dejado patente el desconocimiento generalizado que la sociedad occidental mantiene respecto a la antigua URSS
La desinformación y los prejuicios hacen de Rusia el blanco de las críticas y un enemigo fácilmente reconocible en la polarización de mapa internacional.
No entraremos a discutir si lo hecho por la federación ha sido correcto o no, símplemente daremos algunas notas para entender su modo de proceder y por qué su imagen pasa por momentos tan delicados en occidente cuando para Europa se trata de un aliado estratégico en el ámbito de la defensa y la energía.
La actual Rusia, heredera de la URSS y el país más grande del mundo, también heredó la imagen que de la Unión Soviética se habían formado miles de millones de personas en todo el mundo gracias a la propaganda y a los medios de comunicación estadounidenses. El país, como comenta el profesor Echeverría Jesús, ha condicionado su política internacional al miedo de verse invadido por países occidentales. No en vano, ya lo intentaron la Francia de Napoléon y la Alemania de Hitler. Por eso, desde Moscú, siempre se ha visto con recelo el avance de la OTAN hacia países de la antígua URSS o el Pacto de Varsovia.
El discurso de Putin ante la Duma en el que se firmó la anexión de Crimea, pasará a la historia como uno de los discursos más directos y contundentes de los últimos tiempos. Además, en él desgrana muchos de los factores por los cuales Rusia ha recelado de occidente. Y lo hace de manera directa, sin titubeos.
Parte del problema de la percepción internacional sobre el país ex-sovietico, es que Rusia no ha sabido o no ha querido promocionarse a sí misma y a su mirada durante los años posteriores a la guerra fría. Mientras los EEUU con su flamante industria cultural, llegaba a todas las televisiones del mundo con sus series y películas. El mismo Putin, en su discurso reconoce que tras la caída de la URSS no fueron capaces de defender lo que había sido suyo.
Su intervención ante la Duma lo tiene todo. El entorno, con toda la solemnidad de las grandes ocasiones y el uso del lenguaje en el que plantea un problema, hace autocrítica y muestra su voluntad con resolución; convierten su discurso en una herramienta convincente.
Una encuesta reciente publicada por la agencia Ria Novosti, asegura que en los días previos al discurso, el apoyo al presidente rozaba máximos de los últimos cinco años.  Prueba de que pese a que en el ámbito internacional la actitud de Putin no convence demasiado, en el contexto interno sí que lo hace. Y es que, ni occidente se ha preocupado por conocer más a su vecino oriental, ni parece que ellos hayan puesto toda la leña en el fuego para mostrar la cultura y las aspiraciones de un gran país.  Nunca es tarde, se suele decir, aunque parece que el panorama es bastante adverso.

Silencio preelectoral

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Ya hemos hablado en alguna ocasión de la capacidad del presidente Rajoy para utilizar el siencio como herramienta de comunicación. Pero también la utiliza como herramienta política.
Algunos analistas lo denominan 'inacción' pero bien podría considerarse una especie de silencio de acción. Ejemplos de ello lo podemos encontrar en la enquistada situación catalana. En la que, a pesar de comentar en varias ocasiones que 'tiene un plan' los ciudadanos aún no tienen ninguna pista sobre él y más recientemente con la demora en la designación de su candidato a las elecciones europeas.
En este sentido, la campaña -o precampaña, como prefieran- empieza a desarrollarse de manual. Con los partidos de la oposición ya inmersos en ella, con sus respectivos candidatos -Meyer y Valenciano y con algún que otro acto en el que dar visibilidad a los cabezas de lista y titulares. Este retraso es aún más incomprensible dado que hasta el propio PPE ya ha designado a su candidato.
El silencio aspira a trasmitir que hay elementos considerados más importantes que el tema sobre el que se calla. En este sentido, los populares probablemente busquen consolidar su mensaje sobre la salida de la crisis y alejarlo de otros issues como los recortes, la reforma del aborto o la gestión de la política migratoria. Aunque el partido de gobierno reconoce que su principal reto es luchar contra la amenaza de una elevada abstención.
Pero ¿Están perdiendo los populares un tiempo valioso? La teoría dice que las campañas, desde el gobierno, se lanzan más tarde. Pero la verdad es que en el incierto estado de la opinión pública en el que las encuestas oscilan dando sensación de cierta igualdad en la intención de voto, aunque por momentos el Partido Popular mantendría cierta ventaja respecto a los socialistas. Así pues la rentabilidad de dicho retraso puede ser puesta en tela de juicio, aunque la demora también puede deberse a la supuesta necesidad de reformar el gobierno a la que el presidente se vería obligado si finalmente es cabeza de lista uno de sus ministros.
Una cosa parece clara, Mariano Rajoy se mantiene fiel a sí mismo. Sólo él marca los tiempos y sólo él designará al candidato que represente a los populares en Europa. Tanto en este caso como en el del conflicto catalán, mantiene la tensión sin aportar una salida.
Rajoy no es muy amigo de los cambios, más bien se posiciona como una persona de transiciones pacientes. Ya le hemos visto aguantar en contextos más duros como aquellos en los que su liderazgo en el partido no estaban nada claros o el inicio de una legislatura muy dificil. Veremos si le da o no resultado en esta ocasión.

Nihil novi: Breve análisis #DEN2014

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Probablemente haya sido el último debate sobre el Estado de la Nación que haya enfrentado cara a cara a Rajoy y Rubalcaba. Las primarias del PSOE el próximo mes de noviembre hace que el actual líder de los socialistas posiblemente se haya despedido con este debate de este tipo de encuentros. Sea como fuere, pasemos a analizar brevemente las intervenciones de uno y otro: 
Rajoy se mantuvo sobrio, como de costumbre. No tuvo alardes en comparación con otros discurso sin embargo hubo novedad: dio titulares. Más allá de que el discurso del presidente estuviese ajustado a la realidad o no, las principales cabeceras no pudieron evitar abrir con las ayudas a la contratación indefinida, la exención de IRPF o la bajada de impuestos a las rentas bajas. En las formas, plano. Como es normal en sus intervenciones, leyendo y con sus habituales dificultades en ciertos momentos con la dicción. Sin más. En el fondo, datos. Muchos datos. Todos los posibles para intentar vender que España está saliendo de la mala situación en la que se encuentra. Cifras hasta decir basta y que ha muchos ha despertado la sensación de un discurso alejado de la realidad.  En las réplicas al líder de los socialistas se mostró, como viene siendo habitual, como si de un discurso de oposición se tratase. Paradójicamente, ahí se siente cómodo el presidente. 
Por su parte Rubalcaba se mostró mucho más enérgico. Apenas leyó. Si a caso alguna nota para recordar una cifra o un hilo, lo que le dio mucha fluidez y agilidad a la hora de desarrollar su discurso. Sin corsés. Con un tono 'mitinero' consiguió hacer un discurso cercano y comprensible en el que con la voz un poco afectada, empleó rasgos polarizadores como 'la derecha' para referirse al grupo en el poder. El líder socialista se mantuvo fiel a sí mismo buena oratoria y capacidad de persuasión apelando al sentimiento. Sin embargo mantuvo el fondo fue siempre negativo, sin mostrar apenas alternativa, algo con lo que la oposición no despegará. 
Abríamos hablando de que probablemente sea el último Debate sobre el Estado de la Nación de Rubalcaba y si me lo permiten, si el PSOE quiere aspirar a algo, debe deshacerse ya del lastre que supone que su líder fuese vicepresidente del Gobierno durante la anterior legislatura. Por fortuna o por desgracia, esto deslegitima cualquier crítica, pues ofrece al adversario la réplica en bandeja de plata. La elección de un líder 'limpio' de este estigma es clave para revitalizar un discurso político que parece enquistado en la memoria de la última legislatura de Rodríguez Zapatero. 
Poca historia, pues en este debate. Personalmente, volvería a llamar la atención sobre la falta de seriedad de algunos diputados durante el debate llegando un murmullo constante durante algunas intervenciones (Véase Duran i Lleida). Las interrupciones y las ausencias en días tan señalados no deberían tener lugar.  
Como bien resumía Rodríguez - Piñero en Twitter, Rubalcaba tenía el discurso en la cabeza y en el corazón. Rajoy, en los papeles. Podría ser una buena síntesis, aunque se olvidó de los titulares. Y quien se queda con los titulares, gana.